Llevo años veraneando en el mismo sitio, Perbes, un pequeño pueblo en la ría de Miño, allí compartí momentos increíbles con mi familia durante la última década, pero no ha sido así siempre, antes veraneábamos en un pueblo en la Costa da Morte, un pueblo muy cercado a Finisterre, Muxía.
Los recuerdos que tengo de Muxía son muy bonitos, pero bastante nublados, al fin y al cabo, fue hace poco más de una década y yo no era más que un niño. Lo que si recuerdo era lo tranquilo que era, muy poco urbanizado y moderno, es decir, un pueblo chapada a la antigua.
Es por esto, que cuando me llegó la noticia de que había un proyecto arquitectónico revolucionario allí, no pude evitar sorprenderme e informarme sobre ello. Se trataba de un proyecto del arquitecto gallego Alfonso Penela, era un parador vanguardista, y lo más increíble de todo, estaba integrado en el espacio, llegando a confundirse con el paisaje debido a su adaptación al desnivel.
Tan pronto este edificio abrió sus puertas al pública, mi tío, arquitecto de profesión, y yo, no dudamos dos veces en ir a visitarlo, además de sus increíbles vistas, la arquitectura medioambiental que se había conseguido en aquel lugar era digna de premio.